viernes, 3 de agosto de 2007

Un drama anunciado

'Whisky Romeo Zulú' es la historia previa a un accidente aéreo. La filmó un ex piloto que advirtió de una catástrofe inminente
Enrique Piñeyro estaba viendo la televisión cuando la programación se interrumpió de golpe. La escena de un avión en llamas aparecía ante sus ojos. Se llevaba las manos a la cabeza y temblaba de cólera. Esa escena ya la había visto antes. La pequeña pantalla escupía rostros desolados, llamas y datos a medias. Más de 60 personas muertas al momento. Piñeyro era, hacía sólo un mes, piloto de la línea aérea LAPA, conocía esos aviones perfectamente, incluso sabía de sus dolencias más escondidas. El estado de las naves era tan lamentable que si no se habían accidentado antes había sido por una extraña manifestación mágica o divina. Pero la suerte se había acabado. Era 1999 y Argentina sufría una nueva desgracia aérea, con un saldo de 67 muertos. Antes de la catástrofe, Piñeyro había enviado cartas a todas partes, incluso el New York Times publicó su denuncia, pero nadie hizo nada.
"Vi cómo mataban a un montón de personas en cámara lenta, sin que nadie hiciera nada. Eso es desesperante"
Renunció a su empleo, frustrado, pero no vencido. Su idea era lograr que todos se enteraran de lo que estaba pasando. "Si no atendieron a las cartas, quizá sí atiendan al arte", pensó. Su experiencia previa como actor le llevó a tomar la decisión de filmar la historia, la crónica de 67 muertes anunciadas. Él mismo escribió, dirigió y actuó en la cinta que tituló Whisky Romeo Zulú, igual que la matrícula que tenía el avión prendido en llamas. "Me animé a filmarla, en parte, porque tenía muy claro lo que quería decir y después porque carezco totalmente de sentido del ridículo y me animo a hacer cosas sin experiencia", cuenta.
La cinta es el recuento de los hechos que antecedieron a la tragedia. "Vi cómo mataban a un montón de personas en cámara lenta", dice, y su voz se torna fuerte, indignada de sólo recordarlo. "Eso es en verdad desesperante".
La película la hizo casi solo, porque era algo que sólo él podía contar. "No había otro actor que supiera volar un Boeing 747, y si contrataba un director iba a terminar diciéndole que me importaban poco las reglas del cine", dice. "Quería filmar los aviones de verdad y no como esos planos que hacen los americanos, que toman al piloto de frente y uno se pregunta si el operador de cámara estará agarrado de la nariz del avión".
La filmó en el aeropuerto Jorge Newberry de Buenos Aires, sin pedir ningún permiso. "La película es la prueba misma de la ineficiencia de la Fuerza Aérea. Que alguien me explique cómo puede ser que uno grabe en los aeropuertos con equipo de 35 milímetros y una actriz tan conocida como Mercedes Morán y nadie se dé cuenta", dice.
La cinta se estrenó en Argentina en 2005, a pesar de que dos días antes tres hombres entraron a su oficina y le pusieron una pistola en la cabeza para hacerlo claudicar. La película se estrenó y hasta el presidente mostró su indignación, se abrieron juicios contra directivos de la Fuerza Aérea y la aerolínea. Pero ahí quedó todo. Hoy todavía no hay sentencia y Piñeyro asegura que las cosas siguen más o menos iguales a cuando le daban extintores vacíos haciéndolos pasar por nuevos.
"En algún sentido, creo que tengo la obligación de contar esta historia. Creo que a lo largo de la vida no tenemos muchas historias que contar, quizá sólo una, y la mía era ésta, sin duda".
El año pasado Piñeyro grabó el documental Fuerza Aérea Sociedad Anónima, que muestra las imágenes filmadas con las cámaras que escondió en la torre de control, pistas y oficinas de la Fuerza Aérea argentina. "Tengo la grabación de un piloto de Air France intentando hablar con un controlador aéreo que no entendía una palabra de inglés", cuenta. "También la de una controladora que hablaba inglés como Tarzán antes de aprender a hablar".
El estreno de la película en España coincide con el reciente accidente de un avión de TAM en Brasil. "Fue idéntico a lo que pasó en Argentina. Incluso la estación de servicio ubicada en el eje de pista. La de Argentina estuvo cinco años expendiendo combustible, después del accidente. Pasaron cinco años para que la cerraran y la ubicaran más lejos", se queja el director. "Los de la Fuerza Aérea argentina son como chicos de tres años, no se puede razonar con ellos. Ahora mismo los radares no andan, si el radar se corta y no chocan dos aviones es un milagro".
Las cartas que Piñeyro escribió pidiendo que se atendiera el estado de los aviones le costaron el puesto, pero la película le quitó toda oportunidad de volver a pilotar. "Lo que más me gusta es volar, pero ya no puedo. He probado en todas las compañías y nadie me contrata", dice al tiempo que justifica la decisión de las empresas. "Yo tampoco me contrataría. Porque si hay algo mal voy a hacer otra película". Ahora su plan es seguir en el cine, ya está preparando otra cinta. "Tengo ganas de filmar una comedia, donde no se muera nadie, donde no todo sea un desastre, pero, no sé por qué, siempre termino enrollado en estos temas".

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